Château de F.

Narbonne
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Castillo de Figuières La Clape: uno de los lugares más mágicos del sur de Francia. A pocos kilómetros de Narbona, a 150 m de altitud entre estanques, mar y mesetas rocosas, este terruño excepcional, enclavado en el corazón del monte bajo y protegido por el macizo de La Clape, ofrece un marco ideal para la elaboración de grandes vinos. Siempre ha habido vides aquí, y hoy, entre las pocas fincas circundantes, Figuières es particularmente intrigante. El clima El clima de tipo mediterráneo nos regala días calurosos, el mar y el macizo de La Clape noches frescas. La prerrogativa de los grandes vinos elaborados con uvas muy finas que necesitan madurar lentamente sin ser "quemadas". Los motivos Los suelos, principalmente margas autóctonas y margas-calizas del período Cretácico, mezclados con los productos de la erosión de la meseta caliza sobre ellos, aseguran la hidratación y frescura. Nuestra filosofía La mayoría de nuestras acciones se centran en revelar el potencial del terruño. Cada tarea, cada intervención precisa, tiene como objetivo revelar lo mejor del vino, en este lugar destacado que es uno de los grandes terruños del Languedoc. Nuestra filosofía requiere un cuidadoso seguimiento de la madurez. La complejidad de un gran vino depende de ello. Entender, sentir, saber cosechar cada parcela por separado y en el momento óptimo, tal es nuestro credo. En el caso de los blancos, es cuestión de esperar a que la cepa haya sintetizado el máximo de aromas, justo antes de que "se canse": asegurando la frescura que potenciará la estructura del vino. Las uvas tintas solo se pueden recolectar si tienen el potencial tánico adecuado, en una etapa del ciclo de la planta donde las notas vegetales han desaparecido: ¡el Santo Grial de la potencia y la delicadeza! Nuestro trabajo, en esta etapa de madurez, sigue nuestra idea de un vino excepcional. La naturaleza nos ha recompensado por nuestro cuidado y paciencia. Tomamos su relevo por un largo proceso de precisión en nuestras elecciones, nuestras acciones. Nuestra humildad nos obliga a respetar la materia prima: tan preciosa y tan frágil al mismo tiempo. La esencia de nuestro terruño se revela solo a través de rendimientos promedio bajos: 30 hls por hectárea. No más de 4000 botellas por hectárea: el saldo de la planta